¿Puede una estampilla decir algo?

10/08/2021

¿Puede una estampilla decir algo?

Está por saberse cuántos niños o jóvenes de hoy se han inquietado o han gozado con una estampilla o sello de correo

Y se dijo estampilla porque una imagen reducida se estampaba en un pequeño papel al que se le pegaba goma por el revés, la que humedecida con babas adhería muy bien al sobre que envolvía una carta, por ejemplo. Si se necesitaba enviar una carta de amor “o de las otras” comenzaba un ritual al envolverla y pegarla, también con babas, pues si se hacía con agua era fácil abrir el sobre y leer el contenido… llevarla a la oficina de correos y pagar el remitente o el enamorado el costo del envío, que se hacía constar con estampillas por el mismo valor, pues no fiaban.

Antes de imponerse la estampilla como paso obligatorio del monopolio estatal de los correos terrestres, fluviales o aéreos, se ponía otro sello simple y feo que indicaba si esa carta era “Franca” (pagada por el remitente), o “Debe” pues el que la recibiría debía pagar si quería leer. Las primitivas que se conservan son objeto de un hobby maravilloso, el de la prefilatelia; y las que se usaron después, con estampillas se coleccionan por filatelistas.

Hace como 60 y tantos años los niños gozábamos con las estampillas (los sobres no importaban para los mayores), más las estampillas nos transportaban, pues no eran una laminita para pegar en un álbum, pues las estampillas contaban, hablaban, llamaban la atención. Por allá en 1956 no parecía razonable que un viejecito costeño retratado en una estampilla, un tal Javier Pereira, mostrara 167 años de vida dizque a punta de tomar café y fumar tabaco. Y eran más los ejemplos. A cada estampilla pegada, el correísta la golpeaba con un horrible sello de tinta, o timbre, que afeaba el grabado o la litografía, y por eso, cuanto más limpias, mejor para el niño curioso. Las hubo de muchas clases, dependiendo del gusto del ministro de Correos y Telégrafos, de la curiosidad y de algún homenaje o rememoración colectiva.

Para decir algo, un ministro de 1960 de los del Frente Nacional -de los que sabían leer y escribir-, decidió recordar el primer centenario de la muerte del sabio naturalista Von Humboldt y ordenó pagar a un artista y profesor húngaro por unos dibujos de animales para hacer unas estampillas, litografiadas, con motivos de fauna; poco después se imprimieron otras con motivos florales. Con esos pequeños y populares homenajes y recordatorios se llamaba la atención sobre los recursos naturales, como nuestras pasifloras, anturios, orquídeas y hasta frailejones, pues deberían cuidarse los páramos en donde ellas se mostraban con toda su belleza. Y como se trataba de imprimir estampillas so pretexto de algún aniversario, no faltó quien dijera que los motivos florales de aquellas bonitas de 1947 que hoy se muestran en gran formato en los corredores de este centro comercial, dizque se imprimieron para celebrar el primer aniversario de la renuncia del dictador colombiano Rojas Pinilla.

El hobby, el entusiasmo, la fiebre, la pasión por las estampillas, antiguas o no, de correos o de timbre (para pagar impuestos) ha llevado a los gomosos a formar clubes de filatelia y a los negociantes a servir de intermediarios; también el Banco de La República trasladó a Medellín su importante Museo Filatélico, que hace lindas e interesantes exposiciones temáticas, abiertas al público.

Con este delicioso verano El Tesoro invita a los niños, a los jóvenes y a los adultos a adentrarse en el mundo de las estampillas, y que el pretexto sea la Feria de las Flores.

POR: Roberto Luis Jaramillo Es historiador, abogado, profesor jubilado de la UNAL Medellín y exdirector del Centro de Investigaciones Sociales de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Sede.

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