No hay que ser grandes para ser responsables
María Mercedes Barrera, Gerente de Ciudadanía Corporativa de Grupo Sura, nos habla sobre la ciudadanía corporativa y la responsabilidad que tienen las empresas con este tema.
A menudo se comenta acerca de las empresas y sobre lo que hacen o dejan de hacer por la comunidad y el entorno en que operan sus negocios, de lo que hacen más allá́ de su actividad económica. Esto tiene que ver con lo que tradicionalmente se llamó responsabilidad social empresarial, un concepto que ha evolucionado tanto como las expectativas de la sociedad frente al rol de las empresas en ella. Así que respondiendo a la invitación de El Tesoro para hablar de este tema, les invito a que nos encontremos en un concepto más amplio y vigente: la ciudadanía corporativa.
Para empezar, partamos de una premisa: las empresas son parte de la sociedad y se deben a ella, no están a un lado y menos por encima. Entonces, las empresas son sujetos con deberes y derechos y a ese ejercicio le llamamos ciudadanía corporativa, que es clave en la búsqueda de sostenibilidad.
Y aquí́ es importante entender que la sostenibilidad no es lo que las empresas hacen con el dinero que “les sobra”, tampoco un “lavado de conciencia” ante malas prácticas. La sostenibilidad es resultado de hacer bien las cosas, de gestionar con responsabilidad la relación con tus empleados, clientes, proveedores y demás actores de la sociedad. La sostenibilidad no se trata de hacer las cosas mal y luego compensar con acciones sociales.
En ese contexto, imaginemos un emprendimiento o una empresa pequeña. Si esta empresa cultiva la relación con sus empleados con formaciones de distinto tipo, cobra lo justo y mejora la calidad del producto o servicio que entrega a sus clientes, implementa prácticas ambientales y trabaja de la mano de sus proveedores para crecer juntos, esa empresa ya ejerce la ciudadanía corporativa y es corresponsable con la sociedad, tenga o no excedentes para invertir en acciones adicionales.
En el caso de las empresas medianas o grandes, ese compromiso debe ser mayor para que sean sostenibles: a medida que crecen, sus públicos se amplían, empiezan a relacionarse con la academia, el estado, los medios, los gremios y la sociedad misma y su gestión más allá́ de los negocios debe apuntar a lo que llamamos creación de valor público.
Este es el caso de SURA, empresa donde trabajo, que fruto de su buena gestión y resultados, puede apoyar la educación, el arte y la cultura, la formación ciudadana, la paz y la reconciliación, entre otros temas relevantes para la sociedad.
Ahora bien, la sostenibilidad tiene un doble enfoque: por un lado, desde el impacto que mis productos o servicios tienen en mis públicos y la sociedad; y por el otro lado desde el riesgo: cómo soy consciente de lo que debo mejorar, de posibles problemas en las relaciones, la forma de anticipar y gestionar impactos negativos en un entorno cambiante.
Así que no hay que esperar a ser una gran empresa para tener prácticas responsables con la sociedad. La invitación es a comprender que la sostenibilidad es compartida, es trabajando juntos, como ciudadanos, como empresarios, como sociedad, que podemos avanzar frente a desafíos comunes como el cambio climático, la desigualdad y tantos otros.
Para finalizar, si desde que tenemos una idea de negocio pensamos en el impacto que tendremos en la sociedad y en las buenas prácticas como condición irrenunciable, ya seremos un emprendimiento responsable. Por tanto, todos podemos ejercer nuestra ciudadanía como empresas de cualquier tamaño.
POR:
María Mercedes Barrera Gerente de Ciudadanía Corporativa de Grupo Sura.
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