Elegimos buscar el equilibrio
Los tiempos cambiaron y el día a día nos hizo olvidar de lo verdaderamente fundamental.
San Gabriel se llamaba la finca que visitábamos cuando yo era una niña. Allí pasaba no solo mis vacaciones, sino también muchos de los fines de semana del año. En algunas temporadas nos juntábamos tíos, primos, amigos y conocidos a pasar días o semanas en una casa muy grande, cómoda y rodeada de palos de mango. Los días transcurrían entre juegos al aire libre y caminatas hasta el río donde pasábamos parte de las mañanas y tardes enteras. Recuerdo con especial emoción la comida que empacaban para todos. Fiambres para el almuerzo, agua, jugo y algún postre o dulce preparado antes de salir. Todo iba en canastas en las que también iban platos y vasos de plástico que siempre volvían a la finca para lavarlos y volver a utilizarlos en la próxima salida. Al finalizar la tarde, siempre debíamos recoger la basura que había quedado por ahí. La consigna era: dejar el lugar igual o mejor que como lo habíamos encontrado. Eran tiempos en los que los plásticos de un solo uso no eran tan comunes y, además, en los que cuidar el medio ambiente era una prioridad.
Empezamos a sentir los efectos del cambio climático y con esto, a preocuparnos por el planeta en el que íbamos a vivir y en el que vivirían luego nuestros hijos y nietos. En mi caso y en el de muchas personas alrededor, decidimos hacer cambios radicales: separación juiciosa de basuras en casa, dejamos de recibir bolsas plásticas en el mercado y decidimos mantener bolsas de tela reutilizables, mantener siempre un termo con agua…
El Tesoro no quiso quedarse atrás. Hicimos estudios, evidenciamos situaciones y comenzamos un trabajo juicioso con empleados, locatarios y con clientes y visitantes. Con acciones concretas nos dimos cuenta de que podíamos aportar mucho al cuidado y mejoramiento del medio ambiente. Adoptamos muchas acciones. Con capacitación al personal de aseo y una empresa experta en el tema, la separación de residuos orgánicos se convirtió en compost para nuestros jardines y logramos el aprovechamiento del 30% de los residuos sólidos. Tomamos la decisión voluntaria de medir nuestra Huella de Carbono y empezamos desde el 2016 un arduo trabajo por mitigar y compensar nuestras emisiones. También llegó nuestro Punto Respel en donde, de la mano con empresas expertas en el tema, recolectamos residuos peligrosos que generamos en nuestras casas y que necesitan un manejo responsable. Y junto a Botellas de Amor, estamos próximos a sumar 60 toneladas de plástico de un solo uso, recogido desde mediados de 2019 hasta hoy.
Logramos uno de los más grandes retos: ser el primer centro comercial de la ciudad con más de 1.500 páneles solares en nuestros techos. Energía limpia con la que iluminamos actualmente el 25% de nuestras zonas comunes.
Llevamos años de trabajo y nos sentimos muy orgullosos de los que hasta ahora hemos logrado, pero sabemos que nos falta mucho más. Fieles a nuestra promesa de ser un Parque Comercial, seguimos trabajando cada día en aportarle algo a nuestro planeta. Decidimos ser optimistas y dejar una gran huella a las futuras generaciones. Por eso seguiremos buscando el equilibrio entre el consumo y la responsabilidad social, ética, ecológica y cultural que tenemos de cara a nuestros usuarios, clientes y vecinos.
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