Somos África

18/10/2021

Somos África

Un continente que nos habita en el lenguaje y su fuerza creadora.

Cuando suena una marimba y nos inunda el cuerpo como música de agua, es África en nuestros oídos y nuestra piel, como al disfrutar una milonga y bailar un tango. Si un mondongo o un guarapo deleitan nuestro paladar o un viaje al caribe habita la memoria en forma de textura de ñame derritiéndose en nuestra boca, es África hecha sabores. Cada vez que decimos zombi, nombramos una candonga o un banano, Nigeria, Gambia, Angola o El Congo se vuelven parte de nuestra voz.

Con frecuencia asociamos nuestro país, su historia de encanto y dolor, con el Macondo de Gabriel García Márquez. Hemos encontrado en la expresión macondiano la descripción perfecta para situaciones que solo ocurren en Colombia. Resulta que esa palabra, tantas veces usada para hablar de nuestra esencia, es también un africanismo. Significa plátano, musa paradisiaca, nombra a su vez un árbol y algunas poblaciones en el continente que dio origen a la raza humana. Ahí, en eso tan nuestro, tan propio de la idea de identidad nacional, está también la presencia de África. Y se me hace una metáfora ideal para explicar lo indivisibles que somos. Si bien la presencia africana en el país es producto del proceso de esclavización; una historia de horror que nos dejó la herencia del racismo y la exclusión sobre el pueblo afrocolombiano, no podemos desconocer el poder de la cultura, que se mueve, se mezcla y se reinventa, para regalarnos la inmensa riqueza de la diversidad.

África nos habita en el lenguaje y su fuerza creadora, en la literatura; sin embargo, una de sus mayores herencias y constante presencia es la idea de libertad: desde el primer instante del proceso de esclavización, los africanos traídos en contra de su voluntad opusieron residencia, lucharon de todas las formas posibles por su libertad, ésta se convirtió en el principal anhelo y razón de vivir: por la libertad propia o las de sus descendientes. No es casual que las primeras naciones libres de América hayan sido pueblos negros como Haití o San Basilio de Palenque. La cultura, que es la existencia misma, fue siempre una forma de resistir, por ser otra encarnación de la libertad. Conservar la gastronomía, los ritmos, prácticas agrícolas, elementos arquitectónicos o expresiones estéticas, para heredarlas a los hijos de sus hijos, ha sido una forma de evitar el exterminio y reafirmar esa presencia que hoy podemos celebrar y sentir cada vez que decimos chévere, que estamos de rumba, escuchamos una bachata, un mambo, una samba o un merengue; cuando tengamos un guineo entre las manos o sepamos de un quilombo.

África está en nosotros porque la Colombia de hoy es el producto de las manifestaciones culturales y los sueños de sus ancestros indígenas, europeos y africanos. Y porque ella, que también es una madre, nos habita en las palabras que decimos, en los sabores que disfrutamos, en las músicas que escuchamos y en las vidas de los descendientes directos de los esclavizados, a quienes a veces segregamos, desconociendo que, además de no existir auténticas diferencias que nos separen como humanos, en realidad compartimos una parte fundamental de lo que somos: África.

Si un mondongo o un guarapo deleitan nuestro paladar o un viaje al caribe habita la memoria en forma de textura de ñame derritiéndose en nuestra boca, es África hecha sabores.

POR: Velia Vidal Escritora. Directora de la Corporación educativa y cultural Motete y de la Fiesta de la Lectura y la Escritura del Chocó (FLECHO). 

@flecho.co

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